lunes, 20 de septiembre de 2010

Urge testimonio católico de fe y santidad para transformar al mundo, dice el Papa Benedicto

Urge testimonio católico de fe y santidad para transformar al mundo, dice el Papa Benedicto


LONDRES, 18 Sep. 10 (ACI).- En su homilía de la Misa de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo que presidió en la Catedral de Westminster esta mañana (hora local), el Papa Benedicto XVI señaló la urgencia del testimonio de fe y santidad de los católicos para transformar el mundo, especialmente por parte de los laicos, que le anuncien al mundo que el Evangelio no restringe la libertad sino que libera la mente y orienta la vida hacia la verdadera realización.

En sus palabras dirigidas también a los miles de jóvenes presentes en las afueras de la Catedral y en presencia del arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, el Santo Padre se refirió al principio al gran crucifijo que domina la nave central de este templo y meditó sobre el misterio de la entrega de Cristo en la Cruz y su estrecha relación con la Eucaristía.

El Papa recordó luego cómo la realidad del sacrificio eucarístico siempre ha estado en el corazón de la fe católica y como ésta fue cuestionada en el siglo XVI con su consiguiente defensa en el Concilio de Trento: "aquí en Inglaterra, como sabemos, hubo muchos que defendieron incondicionalmente la Misa, a menudo a un precio costoso, incrementando la devoción a la Santísima Eucaristía, que ha sido un sello distintivo del catolicismo en estas tierras", indicó.

Al hablar luego del misterio de la pasión de Cristo, el Santo Padre explicó que en él se comprende las diversas tribulaciones y sufrimientos de la Iglesia como los de los cristianos perseguidos, y el de muchos creyentes anónimos que ofrecen sus dificultades "para la santificación de la Iglesia y la redención del mundo. Pienso ahora de manera especial en todos los que se unen espiritualmente a esta celebración eucarística y, en particular, en los enfermos, los ancianos, los discapacitados y los que sufren mental y espiritualmente".

Tras referirse a la dolorosa realidad de los abusos sexuales cometidos por algunos miembros del clero y explicando que quienes los han sufrido tienen necesariamente que abrirse a la gracia de Cristo, Benedicto XVI habló sobre el imprescindible rol de los laicos católicos en la vida del mundo y la Iglesia.

Los laicos, dijo el Papa, "deben desempeñar la misión de la Iglesia, esforzándose por ser fermento del Evangelio en la sociedad y trabajar por el progreso del Reino de Dios en el mundo. La exhortación conciliar a los laicos, para que, en virtud de su bautismo, participen en la misión de Cristo, se hizo eco de las intuiciones y enseñanzas de John Henry Newman".

"Que las profundas ideas de este gran inglés sigan inspirando a todos los seguidores de Cristo en esta tierra, para que configuren su pensamiento, palabra y obras con Cristo, y trabajen decididamente en la defensa de las verdades morales inmutables que, asumidas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, fundamentan una sociedad verdaderamente humana, justa y libre", exhortó.

"Cuánto necesita la sociedad contemporánea este testimonio. Cuánto necesitamos, en la Iglesia y en la sociedad, testigos de la belleza de la santidad, testigos del esplendor de la verdad, testigos de la alegría y libertad que nace de una relación viva con Cristo".

"Uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos hoy –prosiguió el Papa– es cómo hablar de manera convincente de la sabiduría y del poder liberador de la Palabra de Dios a un mundo que, con demasiada frecuencia, considera el Evangelio como una constricción de la libertad humana, en lugar de la verdad que libera nuestra mente e ilumina nuestros esfuerzos para vivir correcta y sabiamente, como individuos y como miembros de la sociedad".

"Oremos, pues, para que los católicos de esta tierra sean cada vez más conscientes de su dignidad como pueblo sacerdotal, llamados a consagrar el mundo a Dios a través de la vida de fe y de santidad. Y que este aumento de celo apostólico se vea acompañado de una oración más intensa por las vocaciones al orden sacerdotal, porque cuanto más crece el apostolado seglar, con mayor urgencia se percibe la necesidad de sacerdotes; y cuanto más profundizan los laicos en la propia vocación, más se subraya lo que es propio del sacerdote".

Seguidamente el Pontífice hizo votos para que "muchos jóvenes en esta tierra encuentren la fuerza para responder a la llamada del Maestro al sacerdocio ministerial, dedicando sus vidas, sus energías y sus talentos a Dios, construyendo así un pueblo en unidad y fidelidad al Evangelio, especialmente a través de la celebración del sacrificio eucarístico".

Finalmente el Santo Padre invitó a unirse "cada vez más plenamente al Señor, participando en su sacrificio en la cruz y ofreciéndole un 'culto espiritual' que abrace todos los aspectos de nuestra vida y que se manifieste en nuestros esfuerzos por contribuir a la venida de su Reino. Ruego para que, al actuar así, os unáis a la hilera de los creyentes fieles que a lo largo de la historia del cristianismo en esta tierra han edificado una sociedad verdaderamente digna del hombre, digna de las más nobles tradiciones de vuestra nación".


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