sábado, 18 de septiembre de 2010

¿De quién es el honor? - Bruno Moreno Ramos

¿De quién es el honor?
Bruno Moreno Ramos


Me ha hecho gracia leer que un grupo de ateos del Reino Unido ha firmado una carta pública diciendo que el Papa Benedicto XVI no se merece el honor de ser invitado al Reino Unido. En ella, recogen las típicas acusaciones contra la Iglesia, con la curiosa idea de que, si repiten mucho las cosas, terminarán por ser (o parecer) ciertas.

No puedo evitar preguntarme algo que los firmantes de la carta parecen dar por sentado. ¿Qué tiene el Reino Unido, para que sea tan gran honor ser invitado al mismo?. A este efecto, he traducido unos párrafos de un conocido bloguero anglicano, con el seudónimo de Archbishop Cranmer, sobre la situación actual del Reino Unido:

“El Papa Benedicto XVI viene al Reino Unido en un momento en que la conciencia cristiana está en estado de sitio, la iglesia nacional acobardada y nuestras libertades más socavadas de lo que han estado en siglos. Las enfermeras no se atreven a rezar ni a llevar un crucifijo; los profesores no osan mencionar a Jesús y el recepcionista del colegio no se atreve a pedir una oración. Si trabajas para British Airways, los turbantes, las pulseras Sikh y los pañuelos islámicos son aceptables, pero ni se te ocurra pensar en llevar una cruz. Los cristianos ya no pueden ser padres adoptivos, encargados de registros, propietarios de hoteles o pensiones. Los obispos no pueden defender la ortodoxia, los predicadores callejeros no pueden citar la Escritura y las agencias de adopción deben actuar contra su conciencia o cerrar.

Y ni se te ocurra decir «Jesús» en el trabajo.

El Nuevo Laborismo estaba tan pendiente de legislar para una mayor “igualdad” y tolerancia de todas las minorías intolerantes que eran incapaces de ver que, simultáneamente, estaban defendiendo por ley la intolerancia con la tolerante mayoría cristiana. El Reino Unido se ha convertido en una nación en la que el cristianismo es una «excentricidad» practicada por «raritos».

Cuando los cristianos se atreven a enfrentarse a una condena judicial, se les presenta como intolerantes. Cuando defienden una opinión con la que otros pueden estar en desacuerdo, son dogmáticos. Cuando no llegan a la perfección, se les coloca en la picota y se les describe como hipócritas. Cuando defienden al no nacido, no son progresistas. Cuando se oponen a los embriones mitad humanos y mitad animales, están contra la ciencia. Cuando expresan su preocupación por los niños sin padre, son homófobos. Cuando defienden públicamente a los pobres, son malos liberales. Cuando defienden la educación religiosa, son intolerantes. Cuando intentan defender el matrimonio, son carcas de «extrema derecha»”.

Quien dice estas cosas no es un partidario del Papa. Al contrario, es un anglicano a ultranza y defensor infatigable de su protesta contra Roma. El artículo sigue dejando muy claro las cosas que no le gustan de la Iglesia Católica. Sin embargo, estos párrafos (con multitud de enlaces a casos reales de todo lo que dicen) muestran claramente las políticas cada vez más hostiles al cristianismo que hay en Gran Bretaña (igual que en muchos otros países europeos, incluido el nuestro) [Nota: se refiere a España]. Y todos esos casos indican que, quizá, el ateísmo en el Reino Unido no tiene muchas razones para tomar ese aire de “inocencia ofendida” (por no hablar de los historiales de algunos de los que firman esa carta, pero ésa es otra cuestión).

El bloguero, a pesar de su desconfianza hacia Roma, dice también:

"Mientras que el Arzobispo de Canterbury es percibido como alguien distante y sus palabras resultan impenetrables en la niebla postmoderna, se puede esperar que un Papa que habla con claridad traiga consigo un mensaje comprensible, para acabar con las directivas igualitarias más absurdas y dejar a un lado el omnipresente dogma de lo políticamente correcto".

El Reino Unido, como el resto de Europa, se muere a chorros. Y necesita desesperadamente que alguien diga en voz alta la Verdad. Yo diría que si alguien tiene que sentirse honrado, ilusionado y esperanzado es en gran medida el Reino Unido, porque el Papa ha querido visitar ese país, para anunciar de nuevo el Evangelio donde casi se ha perdido y donde los hombres han preferido las tinieblas a la luz. Y, aunque el Papa, como todos los cristianos, empieza todos los días la Misa reconociendo “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa", lleva consigo las palabras del Hijo de Dios, que tiene al Cielo por trono y a la Tierra como estrado de sus pies. ¿De quién es el honor?.





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