martes, 31 de agosto de 2010

Cristo es modelo de humildad y de gratuidad, dice el Papa desde Castel Gandolfo

Cristo es modelo de humildad y de gratuidad, dice el Papa desde Castel Gandolfo


VATICANO, 29 Ago. 10 (ACI).- Este mediodía miles de fieles y peregrinos se dieron cita en la Plaza central de Castel Gandolfo para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus ya tradicionales palabras introductorias explicó que el bien verdadero para cualquier ser humano es el estar cerca a Cristo.

"El Señor insiste sobre un punto decisivo que es el de la humildad –dijo el Pontífice comentando el Evangelio de hoy-: 'quien sea que se exalte será humillado, y quien se humille exaltado'. Esta parábola, en un significado más profundo, hace pensar también en la posición del hombre en relación a Dios. El 'último lugar' puede en efecto representar la condición de la humanidad degradadas por el pecado, condición de la que solo la encarnación del Hijo Unigénito puede rescatarla".

El Santo Padre insistió sobre el hecho que "Cristo mismo ha tomado el último lugar en el mundo –la cruz- y justamente con esta humildad radical nos ha redimido y constantemente nos ayuda".

Continuando con la explicación de la parábola, resaltó la invitación de Jesús al jefe de los fariseos a "no invitar a su mesa a amigos, parientes o ricos vecinos, sino a las personas más pobres y marginadas, que no tienen modo de dar algo a cambio, de modo que el don sea gratuito", pues "la verdadera recompensa la dará Dios … una vez más vemos a Cristo como modelo de humildad y gratuidad: de Él aprehendemos la paciencia ante las tentaciones, la mansedumbre ante las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera de que Aquel que nos ha invitado nos diga: '¡Amigo, ven más adelante!', pues el verdadero bien es estar cerca a Él".

Más adelante citó unas palabras de San Luis IX, rey de Francia, contenidas en su Testamento espiritual: "Si el Señor te concederá algún tipo de prosperidad, no solo deberás agradecerla humildemente, sino mira bien a no empeorar por vanagloria o en cualquier otro modo, estate atento a no entrar en contraste con Dios u ofenderlo con sus mismos dones".

También recordó el martirio de san Juan Bautista "el más grande entre los profetas de Cristo, que supo negar a sí mismo para darle espacio al Salvador, y sufrió y murió por la verdad. Pidámosle a él y a la Virgen María que nos guíe por el camino de la humildad, para ser dignos de la recompensa divina".

A continuación el Papa rezó el Ángelus, saludó a los presentes en diversos idiomas, e impartió su Bendición Apostólica.



lunes, 30 de agosto de 2010

Hermenéutica del Vaticano II: comienza el debate del Papa con sus alumnos

Hermenéutica del Vaticano II: comienza el debate del Papa con sus alumnos


Como ya hemos informado, se realizará en estos días el encuentro anual del Papa Benedicto XVI con sus ex-alumnos, que este año tendrá como tema la hermenéutica del Concilio Vaticano II. Ofrecemos una nota publicada en L’Osservatore Romano en la que se dan algunos detalles de este acontecimiento.


* * *


La hermenéutica del Concilio Vaticano II está, este año, en el centro del tradicional seminario de verano de los ex-alumnos de Benedicto XVI, reunidos en el así llamado Ratzinger Schülekreis.

El encuentro se llevará a cabo desde el viernes 27 hasta el lunes 30 de agosto, en el centro de congresos Mariápolis de Castelgandolfo. Los participantes serán unos cuarenta, todos ex-alumnos del profesor Ratzinger, que han discutido sus tesis con él en los años en que era docente en Alemania.

El relator principal es el arzobispo Kurt Koch, anteriormente obispo de Basilea, nombrado el pasado 1º de julio presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. El obispo tendrá dos intervenciones: la primera sobre “El Concilio Vaticano II entre tradición e innovación. La hermenéutica de la reforma entre la hermenéutica de una continuidad con ruptura y de una continuidad no histórica”; la segunda sobre “Sacrosanctum Concilium y la reforma post-conciliar de la liturgia”.

El nombre del relator principal y el tema del encuentro – como informa a nuestro periódico el salvatoriano Stephan Horn, presidente de la asociación de los ex-alumnos del Papa – han sido indicados y aprobados por el mismo Benedicto XVI entre un grupo de opciones posibles propuestas por los organizadores. La mayoría de los participantes proviene de Alemania y de Austria. Además de estos, hay también un italiano, un irlandés, un holandés, una coreana y un indio. Entre los presentes, estarán el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, el obispo auxiliar de Hamburgo Hans-Jochen Jaschke, docentes, párrocos, religiosas, religiosas y laicos. Como de costumbre, los encuentros – bajo el aspecto organizativo a cargo del padre Horn, quien recientemente festejó los 50 años de ordenación sacerdotal – se llevarán a cabo a puertas cerradas. En las jornadas del viernes y el sábado, después de la relación del arzobispo Koch, habrá una discusión libre sobre el tema, en la cual tomará parte también el Pontífice. El domingo por la mañana el momento culminante: los ex-alumnos participarán en la celebración eucarística presidida por Benedicto XVI en el centro de congresos Mariápolis.

Después del primer desayuno con el Papa, los presentes – a los cuales se unirán las nuevas generaciones de ex-alumnos, es decir, aquellos que han hecho sus tesis sobre textos de Ratzinger – participarán también en el Angelus en el patio del Palacio Apostólico de Castelgandolfo. Se ha hecho ya costumbre que en el último día del seminario de verano se sumen al grupo los nuevos ex-alumnos, constituidos en círculo tres años atrás.

Durante el encuentro de este año, el padre Horn entregará al Pontífice, en nombre de todos los ex-alumnos, el volumen que recoge las relaciones del seminario de verano del 2008, que tenía por tema “Conversaciones sobre Jesús”. La publicación ha sido promovida por la fundación Joseph Ratzinger Papa Benedicto XVI, con sede en Munich de Baviera, que tiene como objetivo la preparación y la organización del encuentro anual, la promoción de los estudios emprendidos por Ratzinger cuando era docente, la difusión de su enseñanza teológica y de su espiritualidad, además de la publicación de los libros de Benedicto XVI.

El primer encuentro de Ratzinger con sus ex-alumnos se llevó a cabo en marzo de 1977, cuando fue nombrado arzobispo de Munich y Freising. Desde aquel día, la cita se repite con frecuencia anual sobre un tema particular. Como confirma el padre Horn, “al Pontífice se le proponen tres temas y él mismo realiza la elección. El de este año era el primer tema de la lista que le hemos ofrecido”.

El tema del año pasado ha sido la misión ad gentes, mientras que el encuentro de dos años atrás estaba centrado sobre la cuestión de la correspondencia del Jesús descrito por los Evangelios con la historicidad de su figura y sobre la narración de la Pasión.






Benedicto XVI: María, Reina

Benedicto XVI: María, Reina
Intervención con motivo del Ángelus


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 de agosto de 2010 (ZENIT.org) - Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo al rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus junto a los peregrinos congregados en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.


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Queridos hermanos y hermanas:

Ocho días después de la solemnidad de la Asunción al Cielo, la liturgia nos invita a venerar a la bienaventurada Virgen María con el título de "Reina". Contemplamos a la Madre de Cristo coronada por su Hijo, es decir, asociada a su realeza universal, tal y como la representan muchos mosaicos y pinturas. Esta memoria también cae este año en domingo, alcanzando una luz mayor gracias a la Palabra de Dios y la celebración de la Pascua semanal. En particular, el icono de la Virgen María Reina encuentra una confirmación significativa en el Evangelio del día, donde Jesús afirma: "Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos" (Lucas 13, 30). Se trata de una típica expresión de Cristo, referida varias veces por los Evangelios, con fórmulas parecidas, pues evidentemente refleja un tema muy sentido por su predicación profética. La Virgen es el ejemplo perfecto de esta verdad evangélica, es decir, que Dios humilla a los soberbios y poderosos de este mundo y eleva a los humildes (Cf. Lucas 1, 52).

¡La pequeña y sencilla muchacha de Nazaret se ha convertido en la Reina del mundo!. Esta es una de las maravillas reveladas por el corazón de Dios. Naturalmente la realeza de María depende totalmente de la de Cristo: Él es el Señor, a quien, después de la humillación de la muerte en la cruz, el Padre ha exaltado por encima de toda criatura en los cielos, en la tierra y bajo la tierra (Cf. Filipenses 2, 9-11). Por un designio de la gracia, la Madre Inmaculada ha quedado plenamente asociada al misterio del Hijo: a su Encarnación; a su vida terrena, primero escondida en Nazaret y después manifestada en el ministerio mesiánico; a su Pasión y Muerte; y por último a la gloria de la Resurrección y Ascensión al Cielo. La Madre compartió con el Hijo no sólo los aspectos humanos de este ministerio, sino también, por obra del Espíritu Santo en ella, su intención profunda, su voluntad divina, de manera que toda su existencia, pobre y humilde, fue elevada, transformada, glorificada, pasando a través de la "puerta estrecha" que es el mismo Jesús (Cf. Lucas 13, 24). Sí, María es la primera que atravesó el "camino" abierto por Cristo para entrar en el Reino de Dios, un camino accesible para los humildes, para quienes confían en la Palabra de Dios y se comprometen para llevarla a la práctica.

En la historia de las ciudades y de los pueblos evangelizados por el mensaje cristiano, se dan innumerables testimonios de veneración pública, en algunos casos incluso institucional de la realeza de la Virgen María. Pero hoy queremos sobre todo renovar, como hijos de la Iglesia, nuestra devoción a quien Jesús nos dejó como Madre y Reina. Encomendamos a su intercesión la oración diaria por la paz, especialmente allí donde más golpea la absurda lógica de la violencia para que todos los hombres se persuadan de que en este mundo debemos ayudarnos los unos a los otros como hermanos para construir la civilización del amor Maria, Regina pacis, ora pro nobis!


[Tras rezar el Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Saludo a los peregrinos de lengua española y los invito a pedir por la Iglesia, extendida de oriente a occidente, para que sea fiel al mandato que el Señor le encomendó de llevar la luz del Evangelio a todas las naciones. Por intercesión de la Virgen María, a quien invocamos como Reina y Señora nuestra, supliquemos a Cristo Jesús, su divino Hijo, que sean cada vez más los que dediquen su vida a esta hermosa misión, siendo testigos de su amor, de palabra y con el propio ejemplo. Muchas gracias.


[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina © Libreria Editrice Vaticana]





jueves, 26 de agosto de 2010

El P. Andereggen visita Mar del Plata

El P. Andereggen visita Mar del Plata
Desde hoy hasta el domingo


El Pbro. Ignacio Andereggen, Dr. en Filosofía y Dr. en Teología, profesor de la Universidad Gregoriana de Roma y del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, y de la UCA de Buenos Aires, visita la ciudad de Mar del Plata donde brindará cuatro conferencias según el detalle a continuación.


Jueves 26 de Agosto
“¿Por qué hay que leer a Santo Tomás hoy?”
(19.30 hs en FASTA, Gascón 3145).


Viernes 27 de Agosto,
“Fenomenología, Hermenéutica y Relativismo”
(19.30 hs. en el Multiespacio Cultural El Camino, Av. Luro 4344 – 1º Piso).


Sábado 28 de Agosto
“El estructuralismo y Foucault”
(10 hs. en el Multiespacio El Camino, Av. Luro 4344 – 1º Piso).

“La mística en San Juan de la Cruz”
(18 hs. en el Multiespacio Cultural El Camino, Av. Luro 4344 – 1º Piso).

Todo finalizará con la celebración de la Santa Misa a partir de las 20 hs.


Los esperamos.



jueves, 19 de agosto de 2010

Juramento Antimodernista del Papa San Pío X

Juramento Antimodernista del Papa San Pío X


Incluido en su Motu Proprio “Sacrorum Antistitum” e impuesto a todo el clero en septiembre de 1910. En estos tormentosos días en que sopla también dentro de la Iglesia cualquier viento de doctrina, y próximos a celebrar la Fiesta de San Pío X, patrono de los catequistas, conviene tenerlo muy presente para no dejarse llevar por el engaño de la herejía modernista.


"Yo ....... abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos”.

“En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto”.

“En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente”.

“En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos”.

“En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio”.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Y Chesterton se quitó el sombrero

Y Chesterton se quitó el sombrero


(Forum Libertas) – Gilbert Keith Chesterton nació en 1874 y no se convirtió al catolicismo hasta 1922. Es a partir de ese momento que escribe sus ensayos dedicados a dos genios del cristianismo: Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís y también su Autobiografía.

Sin embargo, cualquiera que lea su producción anterior llega a la conclusión de que Chesterton ya era católico mucho antes de su bautismo. Basta para ello fijarse en algunos de sus escritos anteriores a 1922 como Ortodoxia (1908), La Esfera y la Cruz (1910) o las novelas policíacas protagonizadas por el católico padre Brown.


“El motivo de mi conversión estriba en que el catolicismo es verdadero”

Mario Fazio, en un artículo titulado “Chesterton, la filosofía del asombro agradecido” [2], señala, siguiendo la Autobiografía del polemista inglés cinco etapas que vamos a recorrer.

La primera es la de la infancia, de la que Chesterton dice:

“De niño, yo tenía una especie de asombro confiado al contemplar el manzano como un manzano. Estaba seguro de ello y también seguro de la sorpresa que me producía; tan seguro como que Dios creó las manzanas. Podían ser manzanitas pequeñas como yo, pero eran también sólidas como yo” (Autobiografía, p. 53).

Esa capacidad de contemplar la realidad tal como es, sin reducirla a los prejuicios, como sucedía con el escepticismo que triunfaba en su época, la mantuvo Chesterton durante toda su vida. No intentaba explicar la realidad en base a sus concepciones, sino que se dejaba guiar por ella. De hecho Chesterton nunca perdió la fascinación infantil frente al mundo. George Weigel ha dicho de él que “fue siempre un joven como de unos cinco años”. Y, utilizando una expresión de este autor podemos decir también que para Chesterton era evidente que los datos cantan.

La segunda fase corresponde a la de su juventud. En la Autobiografía lleva el sugerente título de “Cómo ser un lunático”. Antes, en la caracterización del paso de la infancia a la adolescencia había señalado:

“Habíamos empezado a ser lo que los niños no son: esnobs. Los niños purifican los papeles teatrales que interpretan cuando dicen: «vamos a hacer de», nosotros simplemente lo hacíamos”. (A, 66)

La juventud de Chesterton estuvo repleta de “dudas, morbidez y tentaciones”, que le “dejaron para siempre la certeza de la objetiva solidez del pecado” (A, 83). Podemos decir que el cándido Gilbert entró en una noche oscura, o mejor en un túnel. También dirá que “el ambiente de mi juventud no era sólo el ateísmo, sino la ortodoxia atea, y esa postura gozaba de prestigio”. Y en Ortodoxia “a la edad de doce años era yo un poco pagano, y a los dieciocho era un completo agnóstico, cada vez más hundido en un suicidio espiritual”.

De aquellos días podemos decir que Chesterton entró en depresión. Como él mismo señala había días en que al llegar a su casa se tumbaba en la cama y sólo era capaz de leer novelas de Dickens. En este autor veía Chesterton una continuación de la Merry England, la feliz Inglaterra. Y le sorprendía el espacio que dejaba para la humanidad. Dickens no se dejaba llevar por un vago sentimentalismo, sino que sentía una verdadera simpatía por las personas, y ello Chesterton lo atribuía a la fe cristiana.

Durante su juventud Chesterton se sintió atraído por el espiritismo, que abandonó porque le producía dolores de cabeza. Durante esa época se matriculó en una escuela de Artes para aprender a pintar. Estaba de moda el impresionismo, que él vincula al escepticismo.

“Creo que en el impresionismo había un significado espiritual relacionado con esta era de escepticismo. Quiero decir que ilustra el escepticismo en lo que tiene de subjetivismo. Su principio era que si lo único que se veía de una vaca era una línea blanca y una sombra púrpura, sólo debíamos plasmar la línea y la sombra; en cierto sentido, deberíamos creer en la línea y en la sombra más que en la vaca” (A. 101).

Era, pues, una filosofía, que se presta a la afirmación de que las cosas sólo existen como las percibimos o que, quizás, ni siquiera existen.

Chesterton se sorprende, en la juventud, de “la enorme rapidez con la que se cree estar de vuelta de lo fundamental y con la que incluso se niega lo fundamental”. Chesterton, al repasar esa época de su vida se da cuenta de que “estaba llevando a su propio límite el escepticismo de mi época”. Y añade con notable sentido del humor: “El ateo me decía con mucha solemnidad que no creía que existiera ningún dios, y había momentos en los que yo ni siquiera creía que hubiera ningún ateo” (A. 102).

Fue una época muy dura: “Lo cierto es que descendí lo suficiente como para descubrir al demonio e incluso, de una forma oscura, para reconocer al demonio. Nunca, por lo menos, ni siquiera en esta primera etapa confusa y escéptica, me abandoné totalmente a las ideas del momento sobre la relatividad del mal o la irrealidad del pecado” (A. 103).

Años más tarde, cuando entra en relación con el sacerdote John O’Connor, que inspiró el personaje del Padre Brown, y le expone su experiencia del mal, descubre con asombro que “el padre O’Connor había sondeado aquellos abismos mucho más que yo. Me quedé sorprendido de mi propia sorpresa. Que la Iglesia Católica estuviera más enterada del bien que yo, era fácil de creer. Que estuviera más enterada del mal, me parecía increíble. El padre O’Connor conocía los horrores del mundo y no se escandalizaba, pues su pertenencia a la Iglesia Católica le hacía depositario de un gran tesoro: la misericordia”.

En cualquier caso la juventud fue para Chesterton una época de holgazanería, anarquía moral y por poco llega al suicidio espiritual. ¿Cómo salió de ese infierno?


“Mi aceptación del universo no es optimismo; es, más bien, una especie de patriotismo”

La lectura de Chesterton, tanto de sus ensayos como de sus novelas, deja siempre en el autor un sentimiento de esperanza. No se puede leer a este autor y caer en la melancolía. Probablemente ello se deba al método que inventó para salir de la postración a que le condujo el pensamiento y la vida de su juventud.

Escribe en su Autobiografía: “Cuando ya llevaba cierto tiempo sumido en las profundidades del pesimismo contemporáneo, sentí en mi interior un gran impulso a la rebeldía: desalojar aquel íncubo o librarme de aquella pesadilla”. Intentó solucionar el problema el solo, sin ayuda de nadie y descubrió que “la mera existencia, reducida a sus límites más primarios, era lo bastante extraordinaria como para ser emocionante. Cualquier cosa era magnífica comparada con la nada y aunque la luz del día fuera un sueño, era una ensoñación, no una pesadilla”.

Por tanto añade aquí Chesterton, a la capacidad de asombro de su infancia, el agradecimiento. Y ese agradecimiento lo lleva hasta lo más simple, como los brazos o las piernas o cualquier vida que viva. A ello le ayudaron los pocos autores “optimistas de la época”, como Walt Whitman o Stevenson, al que admiraba desde siempre. Era también una corroboración de lo que había dicho, muchos años antes, su abuelo puritano: “Daría gracias a Dios por haberme creado aunque supiera que mi alma estaba condenada” (A. 20).

Y añade:

“Deseaba decir, tanto si conseguí decirlo como si no, que nadie sabe hasta qué punto es optimista –aunque se tenga por pesimista- porque no ha medido realmente la profundidad de su deuda con lo que le creó y le permitió considerarse algo”(A. 105).

Y de ahí nace el deseo firme de escribir contra los decadentes y pesimistas que gobernaban la cultura de su época. Y así acaba su tercera época, con la victoria sobre la depresión y una mirada nueva sobre la vida y el mundo.

En la cuarta etapa Chesterton empieza a investigar las creencias cristianas. Después de investigar las corrientes teosóficas de su época, y de entrar en contacto con algunos miembros del credo anglicano, nos dice:

“Comencé a examinar más atentamente la teología cristiana general que muchos detestaban y pocos examinaban. Pronto descubrí que realmente se correspondía con muchas de estas experiencias vitales y que incluso sus paradojas se correspondían con las paradojas de la vida” (A. 201).

Al mismo tiempo nuestro autor constata que en la sociedad de su época se van abriendo huecos, hay verdades que van cayendo, y cada vez la vida se aleja más de un principio básico moral y metafísico en que apoyarse. De esa manera se daban esas contradicciones, que perviven aún con más fuerza en nuestro tiempo, en que alguien puede ser filántropo y al mismo tiempo defender la lucha por la vida darwiniana como principio filosófico irrenunciable.

En su estudio del cristianismo Chesterton constata algo: “la vieja teoría teológica parecía, bien que mal, encajar en la experiencia, mientras que las nuevas y negativas teorías no encajaban en nada y menos aún entre sí mismas”. Chesterton, que defendió el sentido común de la mejor manera posible, esto es ejerciéndolo, aplica un principio muy simple: hay que acertar como verdadero lo que mejor ilumina la realidad. Negarlo es absurdo. Por lo mismo también carece de sentido aceptar teóricamente lo que no ayuda a comprender mejor la vida.

En un artículo publicado en el Daily News argumentó así contra el escepticismo: “Yo creo –porque así lo afirman fuentes autorizadas- que el mundo es redondo. Que pueda haber tribus que crean que es triangular u oblongo no altera el hecho de que indudablemente el mundo tiene una forma determinada, y no otra. Por tanto, no digáis que la variedad de religiones os impide creer en una. No sería una postura inteligente”.


“La imaginación no produce locura. Lo que produce locura es, exactamente, la razón”

Por aquella época escribe Ortodoxia, obra que aparece después de Herejes. En ésta había criticado el pensamiento de algunos autores como Kipling o Shaw. Le recriminaron que no podía hacerlo si antes no explicaba su propia teología. De ahí nació la célebre obra. Dice Chesterton: “escribí un esquema de mis propias razones para creer que la doctrina cristiana, tal como se resume en el Credo de los Apóstoles, sería una crítica de la vida mejor que las que yo había criticado” (A. 202).

Para Chesterton el mundo se ha vuelto loco precisamente por un mal uso de la razón. Escribe en Ortodoxia:

“Los poetas no se vuelven locos; los jugadores de ajedrez, sí. Los matemáticos y los empleados de caja también se vuelven locos; pero los artistas creadores, rara vez. (…) El poeta sólo pretende llegar con su cabeza hasta el cielo. En cambio, el lógico pretende meter el cielo en su cabeza. Y lo que ocurre es que la cabeza estalla”.

Por lo mismo, el lógico, y Chesterton no estaba contra la lógica como se puede ver en sus escritos, contempla el mundo como un infinito muy estrecho. Por eso dice:

“Loco no es una persona que ha perdido la razón. En realidad, loco es el que ha perdido todas las cosas, menos la razón. Su mente se mueve en un círculo perfecto, pero demasiado estrecho”.

Chesterton, por su parte, desde su capacidad de asombro y agradecimiento por la vida, es capaz de descubrir un mundo cada vez más grande que le confirma en sus ganas de vivir y le da sentido y unidad. De hecho todo su planteamiento se nos muestra como una réplica a las filosofías de las desesperanza, tan queridas en el siglo XX, y que permitían vivir en el total hastío sin dejar, por ello, de practicar los vicios más aberrantes.

Como lo ha definido un autor contemporáneo, se trataba de un nihilismo divertido. Chesterton, que lleva las cosas hasta el fin, retorciendo los argumentos en sus célebres paradojas (que lejanas a los aforismos de salón de Wilde), se da cuenta de que el escéptico, si es consecuente, concluirá que no tiene derecho a pensar, lo mismo que el evolucionista acabará pidiendo el matrimonio a una piedra.

Señala también Chesterton que una de las cosas que le animó a ser cristiano fue el Determinismo. Escribe:

“Fue el determinismo el que proclamó a voz en grito que yo no era responsable. Y puesto que prefiero que me traten como a un ser responsable y no como a un lunático que anda suelto, empecé a buscar a mi alrededor un refugio espiritual que no fuera simplemente un refugio de locos” (A. 205).

Esa posición le permite abrirse al Misterio. Dice en Ortodoxia:

“El misticismo nos mantiene sanos. Mientras vives el misterio, gozas de buena salud; si destruyes el misterio, creas mortalidad. La gente normal siempre ha sido sana, porque el hombre normal siempre ha sido un místico. El misterio más grande del misticismo consiste en que el hombre puede entender todas las cosas con ayuda de lo que no entiende. El lógico enfermizo intenta aclarar toda la realidad, pero lo que consigue es hacerla misteriosa. El místico, por su parte, deja que algo siga siendo misterioso, y todo lo demás resulta lúcido”.


“Cuando entro en una Iglesia me quito el sombrero, no la cabeza”

La quinta etapa de la vida de Chesterton coincide con su bautismo católico. En 1900 había conocido a Hilaire Belloc y en 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, a la que había conocido en 1896. Frances era anglicana practicante y Chesterton la acompañaba a la Iglesia. Fue en esa época cuando comenzó a frecuentar los oficios litúrgicos. También por aquella época profundiza en una idea importante: la humildad.

Reflexionando sobre el paganismo y sobre su grotesca parodia moderna se da cuenta de que el Cristianismo ha conquistado el corazón de los hombres a través de la humildad. Por eso frente al deber exigido por la mentalidad moderna el opone el don que ha de ser agradecido. La soberbia, por el contrario, deforma la perspectiva de las cosas e impide ver el mundo tal como es. De ahí que la autoafirmación propia del hombre moderno conduzca también a la ignorancia. Y una de las deformaciones más graves es el gnosticismo que, so pretexto de conocer los arcanos acaba negando el misterio de la Encarnación.

Fue la sorpresa ante el mundo y la capacidad de asombro, unidos al agradecimiento por la vida, lo que llevó a Chesterton a abrazar cada vez más la fe hasta pedir el bautismo en 1922. Por fin llegaba a la que denominó la “casa del hombre”. Después, cuando viajó a Roma reafirmó que por fin se sentía en su hogar.

Chesterton se bautizó en una sencilla barraca con tejado de uralita. En Beaconsfield aún no habían podido construir la Iglesia. Días antes se paseaba por su casa repasando un pequeño catecismo.

Más tarde, para responder a los que se preguntaban por su conversión al catolicismo escribió:

“Cuando la gente me pregunta a mí o a cualquier otro ¿Por qué te uniste a la Iglesia de Roma?, la primera respuesta esencial, aunque sea en parte incompleta es: «para librarme de mis pecados». Porque no hay ningún otro sistema religioso que declare verdaderamente que libra a la gente de los pecados. (…) El sacramento de la penitencia da una vida nueva, y reconcilia al hombre con todo lo que vive: pero no como lo hacen los optimistas y los predicadores paganos de la felicidad. El don viene dado a un precio y condicionado a la confesión. He encontrado una religión que osa descender conmigo a las profundidades de mí mismo”.




martes, 10 de agosto de 2010

El sacerdote de vida homosexual debe dejar el estado clerical

El sacerdote de vida homosexual debe dejar el estado clerical


Roma (Italia), 9 Ago. 10 (AICA).- “Los sacerdotes que son homosexuales deberían salir a la luz y considerar seriamente dejar el sacerdocio”, fue la enérgica respuesta del Vicariato de Roma a un reportaje de la revista socialista Panorama, que presentó las actividades homosexuales de tres supuestos sacerdotes -uno de ellos no italiano-.

El comunicado publicado en el diario Avvenire señala que "quien realizó este reportaje afirma haber frecuentado algunos sacerdotes homosexuales y haber documentado su comportamiento con una cámara oculta".

"La finalidad del artículo es evidente, crear el escándalo, difamar a todos los sacerdotes sobre la base de la declaración de uno de los entrevistados según el cual 'el 98% de los sacerdotes que conoce es homosexual', desacreditar a la Iglesia y hacer presión contra aquella porción de la Iglesia definida por ellos como 'intransigente, que se esfuerza por no ver la realidad' de los sacerdotes homosexuales".

El Vicariato de Roma señala luego que "los hechos relatados no pueden dejar de suscitar dolor y desconcierto en la comunidad eclesial de Roma, que conoce de cerca a sus sacerdotes no por la 'doble vida', sino con una 'vida sola', feliz y alegre, coherente con la vocación, donada a Dios y al servicio de la gente, esforzada en vivir y testimoniar el Evangelio y modelo de moralidad para todos".

Estos esforzados y coherentes hombres "son los más de 1.300 sacerdotes de nuestras 336 parroquias y oratorios, de las muchas obras de caridad, de los institutos de vida consagrada y de las otras realidades eclesiales operantes en las universidades, en el mundo de la cultura, en los hospitales y en las fronteras de la pobreza y de la degradación humana, no solo en nuestra ciudad sino también en tierras lejanas y en condiciones pobrísimas".

Luego señala que "quien conoce la Iglesia de Roma –donde viven también centenares de otros sacerdotes provenientes de todo el mundo para estudiar en la universidad, pero que no son del clero romano ni involucrados en la pastoral– no se encuentra ni siquiera mínimamente ante la realidad del comportamiento de aquellos de la 'doble vida', que no han entendido qué cosa es el 'sacerdocio católico' y no deberían llegar a convertirse en sacerdotes".

"Sepan que nadie los obliga a seguir siendo sacerdotes, disfrutando solo de los beneficios. Lo coherente sería que salgan al descubierto. No queremos su mal pero no podemos aceptar que por sus comportamientos se embarre la honorabilidad de todos los otros", precisa el texto.

Ante hechos similares, continúa, "adherimos con convicción a lo que el Santo Padre Benedicto XVI repitió muchas veces en los últimos meses: 'los pecados de los sacerdotes' nos reclaman a todos la conversión del corazón y de la vida así como ser vigilantes y no 'socavar la fe y la vida cristiana, atacando la integridad de la Iglesia, debilitando su capacidad de profecía y testimonio, empañando la belleza de su rostro' ".

"Este Vicariato –concluye– está empeñado en perseguir con rigor, según las normas de la Iglesia, todo comportamiento indigno de la vida sacerdotal".



lunes, 2 de agosto de 2010

Newman y Ratzinger, unidos por una misma lucha

Newman y Ratzinger, unidos por una misma lucha


Todo está listo en el Cofton Park, en la periferia de Birmingham, para la beatificación del cardenal John Henry Newman. El 19 de septiembre, el Papa, rompiendo la regla instituida por él que quiere que las beatificaciones sean celebradas por un representante vaticano en la diócesis interesada, estará en el lugar donde el cardenal anglicano, luego convertido al catolicismo, fundó el Oratorio y concluyó su vida. Ratzinger está muy interesado en estar allí.

En el fondo, el motivo del viaje a Inglaterra y Escocia se encuentra aquí. Y luego, como dice don Ian Ker, profesor de teología en la Universidad de Oxford y autor de “John Henry Newman: a biography”, “han sido muchos los Papas que han deseado canonizar a Newman porque lo consideran una persona que ha dado la bienvenida a la modernización pero permaneciendo fiel a la autoridad de la iglesia”. Benedicto XVI ha dado una importante aceleración al proceso de beatificación. Ciertamente, el milagro atribuido a Newman, gracias al cual Jack Sullivan ha superado una grave enfermedad en la espina dorsal, ha abreviado los tiempos. Pero es indudable que la causa debe mucho al Papa, a su empuje para que la Fábrica de los Santos llegase lo más pronto a una conclusión.

¿Por qué este vínculo entre Ratzinger y Newman?. ¿Qué llevó a Ratzinger, ya en 1990, a definir a Newman “gran doctor de la Iglesia”?. Se pueden dar muchas respuestas. Una la da Roderick Strange, rector del Pontificio Colegio Beda de Roma, instituido para la formación de las vocaciones adultas de área inglesa, desde hace años estudioso de Newman. En su último trabajo salido recientemente en Italia, “John Henry Newman. Una biografía espiritual”, Strange habla de un momento preciso en el cual se hizo evidente la deuda de Ratzinger hacia Newman. Es el 18 de abril de 2005. Ratzinger, el día antes del cónclave que luego lo habría elegido, predica frente al colegio de los cardenales. Aquí capta la atención de todos utilizando la imagen de la Iglesia como una barca sacudida por las olas creadas por corrientes ideológicas, “del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc.”. Dice Strange: “En ese momento fue considerado extremadamente pesimista, en particular en la conclusión: «Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos». La expresión «dictadura del relativismo» puede parecer severa, sin embargo se vincula al «mundo sencillamente no religioso» de Newman. Y no necesariamente el vínculo es una coincidencia”.

El relativismo es para Benedicto XVI una amenaza. Porque cuando la verdad es abandonada, se abandona también la libertad. Y se encamina hacia el totalitarismo. Ratzinger habla de ello el 18 de abril de 2005. Pero ya años antes había expuesto el tema. ¿Cuándo?. En 1990, durante la conferencia para el centenario de la muerte de Newman.

Dice Strange: “En aquella ocasión, Ratzinger hizo referencia al vínculo entre verdad y conciencia personal. Habló de cuando, siendo joven seminarista, poco tiempo después del final de la segunda guerra mundial, fue introducido al pensamiento de Newman y prosiguió subrayando cuán importante fue para él su enseñanza sobre la conciencia. Newman enseñaba que la conciencia debía ser cuidada como «un modo de obediencia a la verdad objetiva». Y toda la vida de Newman testimonia tal convicción. Las primeras experiencias de vida del futuro Pontífice habían sido, sin embargo, muy diversas. «Habíamos experimentado – dijo Ratzinger – la pretensión de un partido totalitario que se consideraba la realización de la historia y que negaba la conciencia del individuo. Uno de sus líderes (Hermann Goering) había dicho: `No tengo conciencia. Mi conciencia es Adolf Hitler´». He aquí la caída en el totalitarismo. Cuando la verdad es descuidada, cuando no hay una norma objetiva a la que apelar, no creamos espacio para fácil tolerancia. La libertad es dejada sin defensa, a la merced de quien está al poder. El joven Ratzinger verificó lo que Newman había predicho: las consecuencias de que la religión revelada no sea reconocida como verdadera, objetiva, sino que sea considerada como algo privado, de lo que la gente puede elegir para sí cualquier cosa que quiera”.

Newman fue creado cardenal en 1879 por León XIII. También él estimaba a Newman; “mi cardenal” lo llamaba. El 14 de mayo, en la vigilia del consistorio, L’Osservatore Romano publicó en primera página el discurso pronunciado por Newman después de la entrega del título del nombramiento. Newman fue al corazón del problema que consideraba capital. Dijo: “El liberalismo religioso es la doctrina según la cual no existe ninguna verdad positiva en el campo religioso sino que cualquier credo es tan bueno como cualquier otro; y esta es la doctrina que, día a día, adquiere consistencia y vigor. Esta posición es incompatible con todo reconocimiento de una religión como verdadera”. Escribe Inos Biffi en L’osservatore del 20 de mayo de 2009: “Es difícil no reconocer la fatal actualidad de este liberalismo religioso, que preocupaba a Newman en 1879”. Y que preocupa hoy a Ratzinger.






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