El Papa Benedicto XVI hace frente a "autodemolición" de la sociedad y la razón, dice historiador francés
ROMA, 19 Abr. 10 (ACI).- En un artículo publicado hoy en L'Osservatore Romano, el historiador y miembro del Instituto de Francia, Alain Besançon, hace un recuento de las notas más saltantes de los cinco años del pontificado de Benedicto XVI. Al hablar de la campaña mediática contra el Santo Padre y la Iglesia, explica que esto revela un odio hacia el cristianismo. También asegura que el Pontífice le hace frente a la "autodemolición" de la sociedad, la naturaleza y la razón.
El también columnista de medios franceses como Le Figaro y Commentaire, señala al iniciar su artículo la fuerza de sus encíclicas “Deus Caritas Est” y “Spe Salvi”, sobre el amor y la esperanza, respectivamente.
"Benedicto XVI se ha batido incansablemente por la claridad y la precisión. Nada le parece más peligroso que el relativismo que se pone de acuerdo con la sociedad democrática moderna: cualquier grupo organizado puede legitimar una opinión sólo porque es su opinión, sin necesidad de sostenerla con la razón", dice Besançon.
Tras alabar la tarea del Santo Padre en la "restauración de la inteligencia en el seno de la Iglesia", el historiador se refiere a dos "accidente en el pontificado". El primero tiene que ver con su discurso en Ratisbona, Alemania: "era docto, moderado, benévolo, pero suscitó reacciones muy violentas".
"La reacción desproporcionada –explica el experto– reveló sobre todo la ignorancia dramática del clero y de los fieles con respecto al mensaje del Islam, y sin duda del propio, porque no se puede comprender el uno sin el otro. De nuevo la necesidad de un redireccionamiento de la inteligencia cristiana se impone de manera absoluta".
Para Besançon, el segundo "accidente" tiene que ver con la andanada de ataques mediáticos contra el Papa y la Iglesia, que busca presentar al Santo Padre como encubridor de abusos cometidos por algunos miembros del clero, cuando nunca lo ha sido ni lo es.
Al respecto hace dos observaciones: "la primera es que la escala de crímenes, en el último medio siglo, ha experimentado en la opinión pública una reestructuración y con frecuencia el derecho se ha acomodado a esta última. En materia sexual, muchos actos son consentidos, a veces alabados, actos que en otros tiempos eran castigados con penas muy severas. El peso de estas culpas perdonadas ahora ha caído totalmente sobre el acto de pedofilia".
La segunda, prosigue el historiador, "es que el punto de vista propio de la Iglesia es que la ofensa a Dios y el pecado es una noción distinta a la del crimen o delito. La Iglesia no perdona el crimen, deja al juez la tarea de castigarlo, pero la valoración del pecado espera por ella y es puesta bajo su jurisdicción. Tiene las llaves para absolverlo o no".
Besançon comenta luego que la Iglesia siempre explica que el hombre es pecador y lo recuerda en todas sus oraciones. "Existe entonces un extraño prejuicio que hace que nos sorprendamos del hecho de que algunos hombres, solo por el hecho de haber abrazado el estado clerical, no sean distintos a los otros y forzadamente mejores. No se ha encontrado hasta ahora el modo para hacer a los hombres distintos de lo que son: orgullosos, ávidos, lujuriosos, coléricos, siempre pecadores. No es a través de un previo examen psicológico o médico que se dejará de ser así".
Sin embargo, prosigue, esto no "elimina que la inmensa campaña mediática arrastre consigo cosas que no se aceptarán nunca: el matrimonio de sacerdotes, la ordenación de hombres casados, y cosas por el estilo".
Estas cosas, precisa el miembro del Instituto de Francia "revelan el odio por el nombre cristiano o una pérdida de autoridad y confianza en la Iglesia Católica. En cualquier caso, le toca al Papa sostener el peso de esta confusión. Su pontificado luego de cinco años me parece doloroso".
"Juan Pablo II combatía contra un régimen político monstruoso: el comunismo, pero tenía de su parte a la sociedad y a la humanidad entera. Benedicto XVI tiene en contra al conjunto de la sociedad moderna, nacida de la crisis de los años 60's, con su nueva moral y su nueva religiosidad".
Finalmente Alain Besançon señala que el Papa Benedicto "se encuentra en una situación parecida a la de Pablo VI, luego del Concilio Vaticano II, que debía afrontar lo que llamó: 'la autodemolición' de la Iglesia. Esta vez la autodemolición de toda la sociedad, de la naturaleza y la razón. La gloria de su pontificado no es visible: es la del martirio".
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